Post by lolo-del-polo on Sept 16, 2008 8:00:15 GMT -5
un texto de un amigo entrañable:
El Logos Solar
"¡Yo soy!"
"¿Quién eres?"
"Yo soy ése que llamáis sol".
"¿Cómo es posible eso?"
"¿Acaso no notaste mi saludo? ¿No has sentido cómo he surgido de entre las nubes, calentándote cuando has tenido frío?"
Sí. Eso es cierto. He notado algo extraño que no he sabido interpretar. Pero, temo que todo sean imaginaciones mías. Pues, tengo la sensación de que le estoy buscando tres pies al gato.
"No temas nada. Pues, es algo mucho más profundo. Ahora, mírame como tú sabes hacerlo y dime lo que sientes".
Después de mirarle fijamente a través de las pestañas entreabiertas del ojo izquierdo (al tiempo que, con la mano derecha tapo el ojo de ese mismo lado), le respondo.
"No sé. Me encuentro raro".
"No fuerces tu mente intentando comprender. Déjala en paz. Estate a la espera".
"¿Y qué debo esperar?"
"¿No lo notas? A través de mis rayos de luz te llega mi energía, mi vida, mi alegría, cualidades insospechadas penetran en ti a través de tu piel y de tu ojo. Semillas son que un día darán fruto".
"¿Te refieres a la vida orgánica?"
"No, no sólo a eso, porque yo no soy un astro inerte. Yo soy mucho más que eso. Yo soy el logos solar. Soy el sembrador que vierte las semillas de la vida verdadera. Sin embargo, no todas germinarán, pues aunque a todos siembro por igual no dan fruto las piedras".
"¿Qué debo hacer?"
"Aprende a verme cada mañana de un modo diferente. Establece conmigo una nueva relación. Recibe con alegría a mis ángeles solares. Permíteles entrar en ti y acógeles con amor para que la siembra sea perfecta. Ellos acondicionarán tu interior para que pueda desarrollarse en ti el Cristo Cósmico, ese ser que ahora mismo pulsa por llenar todo tu sentimiento, todo tu pensamiento, la totalidad de ti mismo. ¡Anda, mírame otra vez y déjales hacer!"
Lo hago y transcurren unos instantes que me parecen eternos hasta que de nuevo oigo su 'voz'.
"Ahora, hijo mío, cierra los ojos, observa, y dime qué ves".
"¡Veo luz verde y brillante!", respondo emocionado mientras contemplo, asombrado, dado que, eso que yo veo lo contemplo en mi mente, no en el mundo exterior, el color verde más hermoso que jamás antes viera.
"¡Es precioso!", exclamo extasiado.
"Ése, hijo mío, es el color de la vida verdadera, de la vida perfecta que os llega a cada instante. Él, el verde, es el fluido sagrado, 'la sangre' de la auténtica vida espiritual. Por ello es que, el color verde sana y da vida. Con sólo cerrar los ojos e invocarle, pensando en él o por medio de la palabra hablada, este rayo vivo de mi divino ser, este color divino, se acerca a vosotros y os sana".
"Me parece todo tan fantástico, ¡tan irreal!"
"Todo es real y natural. Ha estado sucediendo siempre. Pero durante mucho tiempo estuviste dormido. Ahora, por fin, has abierto los ojos de tu alma y despiertan en ti capacidades latentes, por eso sientes esa sensación de extrañeza e irrealidad, la cual, perdurará hasta que salgas totalmente del sueño y entres en la auténtica realidad de lo que está sucediendo. ¡Vamos hijo mío, déjate llevar, cierra los ojos y contémplate dentro de un sol radiante de luz verde! ¡Llénate de luz y de color, relájate, siente cómo la vida verdadera palpita en ti y cuando aflore 'el recuerdo' ábrelos y escribe todo lo que sientes! Tal vez te sorprenda lo que de tu mano surge, pero te aseguro que es tan real como la vida misma".
Después de seguir paso a paso sus indicaciones abro los ojos de nuevo para ser actor y testigo a la vez de la experiencia más trascendente de mi vida. Consciente, relajado, extrañamente lúcido y arrebatado de alegría y de paz, de mi mano fluye el texto siguiente al tiempo que siento aumentar de modo significativo mi temperatura corporal:
Yo soy Amoray, Amora-y, éste es mi nombre, consta de dos partes, Amora, mi mitad femenina, más la –y, símbolo de mi mitad masculina. En el lenguaje del cielo significa: la luz que da vida.
Yo soy Amoray. He venido a este mundo a dar vida, vida elevada, vida de lo alto, vida espiritual, la vida verdadera. La palabra, el verbo, es mi don, a través de ella manifiesto mi fuerza y mi luz, esa luz que ya ha tocado mi mente humana exterior. Por eso yo me esfuerzo en atraerla más y más a mí. Poco a poco se me va revelando la realidad de mi ser y me doy cuenta de que mi trabajo en el mundo es secundario, tan sólo es mi contribución personal a su sostenimiento. Sé que mi verdadera tarea (servicio) es irradiar luz y amor. De ese modo ayudamos a despertar la bella presencia que duerme en cada corazón humano.
A veces sufro porque no soy capaz de permanecer en la luz todo el tiempo. Me cuesta vencer la atracción material. Eso me entristece y me hace sentir mal. Pero aún así, siento que algo maravilloso está ocurriendo. ¡Estoy despertando!
Cristo-Miguel es mi padre cósmico. Estoy aquí en la Tierra cumpliendo su mandato. He venido junto a otros hermanos a restablecer el equilibrio, el cual está a punto de romperse. También he de saldar antiguas deudas para compensar mi karma. Sé que todo irá bien. Él está en nosotros y muchos están despertando. Al principio fue lento, muy lento, pero en estos tiempos la humanidad despierta en grandes bloques. Hay un verdadero contagio. Estoy feliz...
Después de esto transcurre una larga pausa hasta que rompo el silencio diciendo, "Hace un día gris"....Casi al mismo tiempo la 'voz' se deja oír:
"Todos los días son hermosos. ¡Observa el cielo! En él, montoncitos de nubes se agrupan y dan forma a una nube mayor. Son como pequeñas unidades dispersas de vida y de conciencia. Todas tienden a la unidad total. Mientras tanto la luz al fondo lo supervisa todo y hace posible la vida. Sin ella todo lo conocido dejaría de ser. Esa luz es la vida que os llega de la fuente; EL PADRE-MADRE ETERNO de todo lo creado.
La luz y la oscuridad coexisten en este día de invierno y permiten distinguir a cada cual en este mundo de sombras, la luz permite también apreciar las diferencias existentes en el maravilloso conjunto -unidad- que es el todo, y a pesar de las individualidades aparentes la vida es y sigue siendo una.
Mira otra vez el día y dime si no es hermoso".
A duras penas puedo contener las lágrimas cuando respondo, "Tienes razón, sí que lo es", y al decir esto lo siento en el fondo de mi corazón. Mientras tanto en alguna parte de mi ser resuena:
YO SOY EL LOGOS SOLAR.
El Logos Solar
"¡Yo soy!"
"¿Quién eres?"
"Yo soy ése que llamáis sol".
"¿Cómo es posible eso?"
"¿Acaso no notaste mi saludo? ¿No has sentido cómo he surgido de entre las nubes, calentándote cuando has tenido frío?"
Sí. Eso es cierto. He notado algo extraño que no he sabido interpretar. Pero, temo que todo sean imaginaciones mías. Pues, tengo la sensación de que le estoy buscando tres pies al gato.
"No temas nada. Pues, es algo mucho más profundo. Ahora, mírame como tú sabes hacerlo y dime lo que sientes".
Después de mirarle fijamente a través de las pestañas entreabiertas del ojo izquierdo (al tiempo que, con la mano derecha tapo el ojo de ese mismo lado), le respondo.
"No sé. Me encuentro raro".
"No fuerces tu mente intentando comprender. Déjala en paz. Estate a la espera".
"¿Y qué debo esperar?"
"¿No lo notas? A través de mis rayos de luz te llega mi energía, mi vida, mi alegría, cualidades insospechadas penetran en ti a través de tu piel y de tu ojo. Semillas son que un día darán fruto".
"¿Te refieres a la vida orgánica?"
"No, no sólo a eso, porque yo no soy un astro inerte. Yo soy mucho más que eso. Yo soy el logos solar. Soy el sembrador que vierte las semillas de la vida verdadera. Sin embargo, no todas germinarán, pues aunque a todos siembro por igual no dan fruto las piedras".
"¿Qué debo hacer?"
"Aprende a verme cada mañana de un modo diferente. Establece conmigo una nueva relación. Recibe con alegría a mis ángeles solares. Permíteles entrar en ti y acógeles con amor para que la siembra sea perfecta. Ellos acondicionarán tu interior para que pueda desarrollarse en ti el Cristo Cósmico, ese ser que ahora mismo pulsa por llenar todo tu sentimiento, todo tu pensamiento, la totalidad de ti mismo. ¡Anda, mírame otra vez y déjales hacer!"
Lo hago y transcurren unos instantes que me parecen eternos hasta que de nuevo oigo su 'voz'.
"Ahora, hijo mío, cierra los ojos, observa, y dime qué ves".
"¡Veo luz verde y brillante!", respondo emocionado mientras contemplo, asombrado, dado que, eso que yo veo lo contemplo en mi mente, no en el mundo exterior, el color verde más hermoso que jamás antes viera.
"¡Es precioso!", exclamo extasiado.
"Ése, hijo mío, es el color de la vida verdadera, de la vida perfecta que os llega a cada instante. Él, el verde, es el fluido sagrado, 'la sangre' de la auténtica vida espiritual. Por ello es que, el color verde sana y da vida. Con sólo cerrar los ojos e invocarle, pensando en él o por medio de la palabra hablada, este rayo vivo de mi divino ser, este color divino, se acerca a vosotros y os sana".
"Me parece todo tan fantástico, ¡tan irreal!"
"Todo es real y natural. Ha estado sucediendo siempre. Pero durante mucho tiempo estuviste dormido. Ahora, por fin, has abierto los ojos de tu alma y despiertan en ti capacidades latentes, por eso sientes esa sensación de extrañeza e irrealidad, la cual, perdurará hasta que salgas totalmente del sueño y entres en la auténtica realidad de lo que está sucediendo. ¡Vamos hijo mío, déjate llevar, cierra los ojos y contémplate dentro de un sol radiante de luz verde! ¡Llénate de luz y de color, relájate, siente cómo la vida verdadera palpita en ti y cuando aflore 'el recuerdo' ábrelos y escribe todo lo que sientes! Tal vez te sorprenda lo que de tu mano surge, pero te aseguro que es tan real como la vida misma".
Después de seguir paso a paso sus indicaciones abro los ojos de nuevo para ser actor y testigo a la vez de la experiencia más trascendente de mi vida. Consciente, relajado, extrañamente lúcido y arrebatado de alegría y de paz, de mi mano fluye el texto siguiente al tiempo que siento aumentar de modo significativo mi temperatura corporal:
Yo soy Amoray, Amora-y, éste es mi nombre, consta de dos partes, Amora, mi mitad femenina, más la –y, símbolo de mi mitad masculina. En el lenguaje del cielo significa: la luz que da vida.
Yo soy Amoray. He venido a este mundo a dar vida, vida elevada, vida de lo alto, vida espiritual, la vida verdadera. La palabra, el verbo, es mi don, a través de ella manifiesto mi fuerza y mi luz, esa luz que ya ha tocado mi mente humana exterior. Por eso yo me esfuerzo en atraerla más y más a mí. Poco a poco se me va revelando la realidad de mi ser y me doy cuenta de que mi trabajo en el mundo es secundario, tan sólo es mi contribución personal a su sostenimiento. Sé que mi verdadera tarea (servicio) es irradiar luz y amor. De ese modo ayudamos a despertar la bella presencia que duerme en cada corazón humano.
A veces sufro porque no soy capaz de permanecer en la luz todo el tiempo. Me cuesta vencer la atracción material. Eso me entristece y me hace sentir mal. Pero aún así, siento que algo maravilloso está ocurriendo. ¡Estoy despertando!
Cristo-Miguel es mi padre cósmico. Estoy aquí en la Tierra cumpliendo su mandato. He venido junto a otros hermanos a restablecer el equilibrio, el cual está a punto de romperse. También he de saldar antiguas deudas para compensar mi karma. Sé que todo irá bien. Él está en nosotros y muchos están despertando. Al principio fue lento, muy lento, pero en estos tiempos la humanidad despierta en grandes bloques. Hay un verdadero contagio. Estoy feliz...
Después de esto transcurre una larga pausa hasta que rompo el silencio diciendo, "Hace un día gris"....Casi al mismo tiempo la 'voz' se deja oír:
"Todos los días son hermosos. ¡Observa el cielo! En él, montoncitos de nubes se agrupan y dan forma a una nube mayor. Son como pequeñas unidades dispersas de vida y de conciencia. Todas tienden a la unidad total. Mientras tanto la luz al fondo lo supervisa todo y hace posible la vida. Sin ella todo lo conocido dejaría de ser. Esa luz es la vida que os llega de la fuente; EL PADRE-MADRE ETERNO de todo lo creado.
La luz y la oscuridad coexisten en este día de invierno y permiten distinguir a cada cual en este mundo de sombras, la luz permite también apreciar las diferencias existentes en el maravilloso conjunto -unidad- que es el todo, y a pesar de las individualidades aparentes la vida es y sigue siendo una.
Mira otra vez el día y dime si no es hermoso".
A duras penas puedo contener las lágrimas cuando respondo, "Tienes razón, sí que lo es", y al decir esto lo siento en el fondo de mi corazón. Mientras tanto en alguna parte de mi ser resuena:
YO SOY EL LOGOS SOLAR.